viernes, 2 de octubre de 2009

ahora cierro los ojos y veo una cabellera como un río de oro

siempre estoy así- dijo el.
y sin darle tiempo al pánico se liberó de la materia turbia que le impedía vivir. le confesó que no tenía un instante sin pensar en ella, que cuanto comía y bebía tenía el sabor de ella, que la vida era ella a toda hora y en todas partes, como sólo Dios tenia el derecho y el poder de serlo, y que el gozo supremo de su corazón sería morirse con ella.

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