domingo, 13 de junio de 2010

¿escribimos* con el corazón? ¿o con la entrepierna?

¿Así es el matrimonio? ¿Cómo es el amor creado por la ceremonia, los planes, las charlas, la muy común rutina, el compañerismo, las respuestas automáticas, las comidas, los eventos sociales, las noches, las mañanas y días y horas, meses, años de compañía?
Aveces creo que así será, justo como está siendo horita. Y lo detesto, lo detesto por que no es nada emocionante. ¿Deja de ser emocionante algún día? Si es así, supongo que las mujeres o los hombres mismos eventualmente se ''conforman'' con lo que se les sirve al plato día con día durante el matrimonio, y no es que sea algo malo, si no que es algo con lo que han aprendido a vivir durante mucho tiempo y es algo tolerante, aceptable. Pero quién soy yo para juzgar toda ese evento que cambia personalidades, espectativas, físicos, y que en sí cambia hasta al amor mismo. Me dolería saberlo con certeza, pero estoy empezando a creer que el amor va evolucionando con el tiempo y me duele la cabeza de pensar que el nuestro ya evolucionó y se ha quedado en un punto muerto.
Trágico.

Cuando me detengo por un momento y recapacito en nuestra posición: sí, cuando estamos en el acto, clavados en un instante muy espontáneo, los dos moviéndonos en armoniosa sexualidad me digo ''esto no me huele ni madres a matrimonio''.

Y luego volvemos a nuestra posición natural, uno junto al otro, acicalándonos la piel con caricias pacientes, curiosas, felices (tus manos siempre encuentran mis puntos débiles). ¿Tenemos fundamentos? ¿Algo sólido, algun cimiento donde construir? (Me odio por hacerme tantas preguntas, sé que éstas y sus respectivas respuestas varían con cada persona)

¿Por qué ignoramos el conocimiento de que en las relaciones se tiene que trabajar? Creo que asumimos que hay un switch que lo lleva todo al éxito. El matrimonio no sería una excepción.

Qué vergüenda me da indagar sobre lo desconocido.

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