jueves, 8 de julio de 2010

ser o no ser

Dios. ¿Qué estoy diciendo? Tengo mucho miedo. No, miedo no. Emoción. Practicamente tengo un pie dentro de mi autonomía emocional, el otro está queriendo, no sé, bailar tap con la indecencia, la vida inmoral, la dependencia. ¿Ahora a quién chingados le dejo mi indiferencia? ¿A quién le adjudico mis cuasi efectivos berrinches con sus respectivos lloriqueos, jalones de pelo y besos fnales? Más que los berrinches, los motivos. El móvil. La causa. Ciertamente me canso de echarme la culpa a mí. Y naturalmente me reconforta saber culpable a alguien mas, como le pasa a todos con todo. Uno siente remordimiento hasta que le cae la bolita al de a lado o al de enfrente, o a quien sea. Mi mamá siempr me dijo ''No importa qué seas, pero sé la mejor. Si eres barrendera, trata de ser la mejor barrendera'' Claro que aprendí: puta. Y con honores. Sería ilógico entonces culpar a mi madre de las cosechas que he levantado ultimamente. Pudiera culpar a ¿Dios? Por poner esos pensamientos en mi cabecita adolescente y maltrecha. O a Satanás, por tentarme, después a mí, por dejarme manosear por éste (y por los demás). A lo último la culpa quiere recaer en mí, pero no la dejo mas que pura madre.

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