sábado, 4 de junio de 2011

En el aeropuerto

   A veces caigo en cuenta de que tan solitaria soy. De lo mucho que aprecio y prefiero estar sola, viendo a la gente, madurando mis ideas sobre lo demás, contandome chistes a mi misma. Como hoy.
   Desde que volví a la casa de mis padres no había tenido oportunidad de estar sola por mas de una hora. El tiempo transcurre rápido o muy lento dependiendo de mi estado anímico y aunque, los sabores y los rostros son los mismos, cada día lo veo diferente. Cabe mencionar que no tener básicamente nada que hacer por obligación me ha llevado a hacer otras cosas que me sorprenden, me abruman, me emocionan. Llegué a sacar lo mejor de mi, así como lo mas malévolo. Lo cual me parece algo exquisito, satisfactorio. Y en estos momentos, sentada en la mesa de un restaurant, rodeada de gente extranjera, foránea, me pongo a pensar en la situación que me trajo aquí, y lo que me llevo a esa situación, y la situación anterior a esa. No me arrepiento de nada.
Cada acción que realizo, ya sea moralmente aceptada por los demás o no, hace que me sienta complacida conmigo misma. Encajando en lo que soy y a la misma vez formandolo.

No hay comentarios: